jueves, 12 de septiembre de 2013

Indefinible


Hace unos cuantos años me preguntaron en un examen que qué era el amor. No tenía ni 11 años y para mi el amor no significaba demasiadas cosas aunque creía saberlo todo. ¿Qué era el amor? Era una pregunta tan fácil de responder que mis palabras fluían con facilidad y sin freno sobre el papel, hablaba de lo fantástico que era sentirse querido por alguien: los abuelos, mis amigos o ver a papá y mamá cuando se besaban... Lo definía como la mayor fortuna que te podía ocurrir nunca y donde se podía respirar la verdadera felicidad. Podía definirlo como si hubiera vivido cada uno de sus detalles sin faltarme ninguno. Era una pregunta tan fácil... ¿quién no la podría responder?

En días como hoy, supongo que me repiten ese examen y no podría responder nunca al completo esa pregunta. Porque, ¿qué es el amor sino algo que siempre nos sorprende? Creemos conocerlo tan bien, pero en realidad no sabemos nada sobre él.

Desde que sentimos ese hormigueo en el estómago por primera vez, es cuando hemos caído en la enfermedad, en la peor de las drogas que nos contamina poco a poco sin apenas darnos cuenta. Todo alrededor se paraliza cuando aparece esa persona que descontrola tus mariposas y hace un nudo tus pensamientos. Olvidas el valor del tiempo, el peso de las cosas, incluso te olvidas de la gravedad y te dejas llevar, siempre te dejas llevar sin que nada importe. Esa persona se vuelve tu ombligo, tu aire, tus motivos, tus pensamientos y tú... tú no eres más que un pez que no es nada sin su agua, pues sin ella moriría. Porque incluso, regalarías tu aire, tus ganas de vivir si hicieran falta y realmente, tampoco te importaría.

Pero en lo que me confundí en aquel examen fue al decir que el amor era todo felicidad, porque tan pronto como estás danzando en una nube que vuela al infinito, la tormenta cae y consigo tú, directos al suelo firme. Los problemas resultan más problemáticos, mucho más pesados e imposibles de rehuir, pues siempre hay algo que te mantiene allí afrontándolos, que bien puedes creer que son remordimientos, empatía o lo que sea, pero en realidad eso son más que derivaciones del amor. Y cuando llega el fin, el fin de ese cuento de hadas, ni siquiera puedes creértelo; el tiempo se paralizó tantas veces que de repente todo resulta efímero e imposible. Mientras que habías vivido inconsciente una historia que parecía sin fin, el dolor te recuerda que eres un enamorado que ha caído en la trampa mortal del amor, esa que hace que desaparezca la realidad y que aún siendo torturado por el despecho te hace seguir amando sin razón aparente. Has estado viviendo tanto tiempo en una nube que se te olvida lo que es tener los pies sobre la tierra y no lo soportas, no soportas la aplastante gravedad por lo que te ahogas entre lágrimas, música, locuras y buscas otras drogas que puedan sustituir el efecto de la anterior. Sin quererlo te ves luchando junto a una farsa, siendo afectado por el efecto placebo, pero te importa tan poco. Aunque no lo creas, te vuelves a pasar la vida buscando otros ojos, otra historia, otro motivo, otra tentación, otra droga que sepa mantenerte bien a flote, porque odias ser normal, te gusta ser especial y tocar las nubes y el cielo con tanta facilidad como te hacía sentir aquella persona.

El amor, el amor...es complicado, es una historia que no sabes cuando puede empezar ni acabar, es un laberinto, es el hambre antes de una buena comida, es una guerra, es una puta que te hace rozar el cielo pero luego te cobra las consecuencias, es una lección, un mundo distinto para cada uno, y alomejor puede ser lo peor en algún momento, pero seguro que es lo mejor que puede pasarte en la vida.  




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