viernes, 19 de agosto de 2011

...

Que me rodees con tus brazos y que no me sueltes. Que me mires y que me hipnotices siempre. Compartir tu aire, tu respiración. Recorrer todos los surcos de tu piel de nuevo. Volver a tocar las yemas de tus dedos y sentir otra vez las palpitaciones de tu pecho. Abrazarte yo y esta vez no dejar que ninguno de nuestros cuerpos se separe.
Ahora sé que la distancia duele más cuando tienes las cosas sin hacer. Que me castigo pasando las noches casi sin dormir y despertándome cada día pensando que estás ahí y simplemente ya no estás. ¿No era suficiente tormento no tenerte a mi vera? Ahora vivo con un remordimiento, un gran peso en el pecho, pensamientos cargados de odio hacia mi ser y nisiquiera es suficiente tortura.