Y tú tan desconfiada, ahí parada, envuelta en tu propia paranoia, comiendo y recomiéndote la cabeza, buscando soluciones donde no las había, resolviendo preguntas cuando no existían, creando tus propios tropiezos, y odiando cada parte de su cuerpo pero a la vez amando cada minuto de vida que el mundo le ha concedido...
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